El Santo y Blue Demon contra el fantasma de Zacatlán

| Por José Carlos Vilchis Fraustro |


Hace años regresábamos de estar toda la tarde en Zacatlán mi mamá, mi hermana Tere y dos amigos míos, Elizabeth y Ginés. No recuerdo exactamente si fue por fechas de la Feria de la Manzana, aunque la cantidad de humedad por las lluvias de agosto me hacen pensar que sí. También el sabor del pan con queso de La Fama, inolvidable para el paladar, me recuerda que habíamos estado tal vez en la plaza comiéndolo.


Eran alrededor de las 9 ó 10 de la noche, y caminábamos rumbo a la casa de mi abuela, ya en el municipio de Jicolapa. Una generosa luz de luna nos alumbraba el camino, aunque llevábamos velas o lámparas sordas para evitar pisar el agua más profunda de un camino de barro, en una noche apacible y llena de silencios que eran interrumpidos por nuestras palabras. 


Risas, risas. Mi mamá nos platicaba que el pan nos sabría más delicioso con nata fresca que esperaba en casa, de aquella leche bronca que a veces, y para hacer rendir el dinero, mi madre se jugaba en un conquián el litro con Filemón el lechero, a veces doble o nada y cuando ganaba (que fue siempre) teníamos por lo menos un par de litros y una buena cantidad de nata y un poco de azúcar para consentirnos con esos sabores.


Aquella noche mi mamá nos pastoreaba como jóvenes cabritos, contándonos viejas anécdotas de sus andares por Jicolapa, sobre todo cómo en otro viaje había estado ahuyentando moscas de amor y cupidos minúsculos que habían perseguido a mi hermana mayor, años atrás. Sobre todo, cómo batearon a un ranchero que les cantaba la canción del caballo lechero. Más risas.


Al llegar a las cueterías de 5 de mayo, mi hermana Tere dijo sentirse rara al doblar la esquina de la casa de la finada Tía Rosita. La interrupción de las risas fue evidente, sobre todo por el vibrón momentáneo. Todos volteamos a ver hacia la casa de la Tía, pero nada vimos. Tere, sin embargo, empezó a decir que había visto algo.


Mi mamá, Elizabeth, Ginés y yo no recuerdo que le hayamos dado importancia, y seguimos hablando de los pretendejos* de mi hermana mayor. Entretanto, Tere estaba guturando incoherencias y decía que le dolía la cabeza. Ahora sí que nos pasó como en las fantasías de terror del espacio: un integrante de nuestra tripulación ya llevaba un bicho y nosotros ni en cuenta. 


Llegamos a la casa. Huelga decir que los perros de la casa vecina siempre ladraban para amedrentarnos, pero esa vez no dijeron gua gua, este hocico es mío. Sólo se escuchaba la anécdota de mi mamá, mientras Tere iba rumiando como becerro, medio riéndose, medio quejándose del dolor de cabeza.


Entramos a la casa y Tere estaba con ojos de loca. Le daban ganas de llorar y le decía a mi mamá que no quería leche. Después de sentarse unos minutos con la mirada perdida, miró a los demás con cara de zombi de Sahuayo y se fue llena de congoja a la habitación diciendo que le dolía la cabeza. Ante las lágrimas, se fue atrás de ella Elizabeth, seguida por mi mamá. En este punto no recuerdo si se llevaron a Ginés. Yo agarré mi pan con queso, una cucharada de nata y me senté a comer bien campante.


De un momento a otro vi salir a todos del cuarto. Elizabeth blanca como la luna. A Ginés no recuerdo si estaba ahí también. En esta falla de la memoria, quiero recordar a mi querido amigo saliendo también de ahí, todo pálido. Luego Tere, llorando, y atrás mi mamá Marcia soltándole una volea de mano abierta en la mollera y mentando madres, junto con una chancla en la mano.


“Uh, ya la regañaron” pensé. Tere se fue al baño y mi mamá con ella. Eliza, Ginés y yo estábamos en la sala y al preguntarles qué pasó, me pusieron una cara…

––¿No oíste nada?

––No, ¿por? (mordida al pan).

–– No mames Tere estaba llorando, tu mamá se puso a rezarle y yo estaba sentada junto a ella. Güey la cama se levantó tantito.

Pan en la boca. Bueno pal susto. Justo a tiempo.

––¿Y luego? 

––Tere empezó a hablar toda ronca y pelando los ojos y entonces tu mamá agarró una chancla y madres le dio un chanclazo. 

––No mamessss

––Güey le tuvo que dar varios hasta que reaccionó, a punta de padresnuestros y mentadas.

Silencio. Gines, Eliza y yo. Ponemos cara de ¡Meh! ¡Naaaaa! ¡Ñeeeeee no ma….!


Llegan Tere y mi mamá. Tere no se acuerda de nada. No sabe cómo subió a la casa. No recuerda el camino desde la casa de la Tía Rosita/ no recuerda que iba berreando/ no recuerda que le dolía la cabeza/ ni sus ojos de loca/ ni su voz de desajuste hormonal/ de NADA, hasta que se ve recibiendo unos chanclazos de nuestra común progenitora, diciendo “ya mamá, ya mamá qué te pasa, ya mamá, ¿por qué me pegas?, yaaaaaa (snif)”. 


Piensas en El Santo, el enmascarado de plata y en Blue Demon en sus películas luchando contra vampiros, hombres lobo, brujas, zombis, demonios, brujos y hechiceros. 

Piensas las películas de un señor sin camisa, con los calzones encima de los pantalones de malla y capa, exorcizando demonios a punta de mandarinazos a mano limpia.  Piensas en esas glorias del pancracio salvando el día contra los poderes del más allá. Piensas que Piporro también era bueno para agarrarse a trompadas con fuerzas desconocidas. 


En tu cabeza suena El Santo, el Cavernario, Blue Demon y El Bulldog, de la Sonora santanera… Sigues comiendo pan. No te explicas qué hizo tu mamá. Ni ella misma se lo explica. Pinche susto. 

¿Y Teresa? Pues ya sin el espíritu chocarrero:

Relajada,

relajada,

relajada. 



Para saber más: 


  • *Pretendejo: vocablo de invención de mi mamá. Combinación de enamorado traído de un ala, en calidad de pretendiente, con evidente actitud de distraído y dispersión (o de pendejo) por ser suspirante a ser novio de la chica. Aplica también a la inversa, con las que ella denominaba pretendejas.
  • El Santo y Blue Demon contra las momias de Guanajuato, batalla final: https://www.youtube.com/watch?v=BPFMHFN2Fxc 
  • Piporro también peleaba a puño limpio contra monstruos y extraterrestres. Lo habrían contratado los Avengers: https://www.youtube.com/watch?v=vQFIcaYSrrA 
  • “Los luchadores”, canción de La Sonora Santanera: https://www.youtube.com/watch?v=SbWdamv5IVA 

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José Carlos Vilchis Fraustro


Es escritor y filólogo hispánico por la UAM Iztapalapa y por la FFyL de la UNAM. 
Es profesor investigador de la Universidad Autónoma de la Ciudad de México (UACM) y fundador del Grupo Interdisciplinario de Investigación en Humanidades de la UACM. 

Candidato a investigador por el SNI, hace investigación de oralidad, escritura y modelos narratológicos y culturales, además de literatura medieval.

 

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