CFE y SUTERM, navegando siempre con la corriente


PARTE I


[Por Juan José Gómez Beristain]

Hasta antes del Decreto de Extinción de Luz y Fuerza (LyF) y al menos durante el período neoliberal que va del mandato de Miguel De la Madrid a Felipe Calderón, la percepción generalizada que en el Sindicato Mexicano de Electricistas (SME) teníamos sobre los trabajadores de la Comisión Federal de Electricidad (CFE) afiliados al Sindicato Único de Trabajadores Electricistas de la República Mexicana (SUTERM), se resumía en conceptos y adjetivos oprobiosos: oportunistas, por aquello de que las prestaciones más valiosas que se conquistaban para el Contrato Colectivo de Trabajo (CCT) de LyF (resultado del trabajo legislativo de nuestra organización) eran retomadas poco después en el CCT de CFE bajo la ley del menor esfuerzo; sumisos, ya que lejos quedaban ya los días de la Tendencia Democrática de Rafael Galván y las movilizaciones de base y representantes, previo a y posterior a la creación del SUTERM, sometidos a la voluntad del Estado que, en pleno auge neoliberal, inició un proceso de desmantelamiento de la paraestatal al restar, primero, actividades denominadas “no sustantivas” y posteriormente áreas estratégicas de transmisión, distribución y comercialización de energía eléctrica (permitidas a contratistas privados mediante licitaciones), mientras que en el rubro de generación se fue asfixiando paulatinamente la capacidad de generación (principalmente hidroeléctrica) para permitir la generación privada, cercana a fines de los años 90 al 50% del total. Y tal sumisión al mandato neoliberal del gobierno, de mano de la dirección de CFE, los encuadraba en la definición inequívoca del charrismo sindical.
Tal percepción, alimentada además por los enfrentamientos incluso violentos durante las décadas de los 70 y 80 del siglo pasado, entre trabajadores del SME y el SUTERM por la titularidad de la zona de trabajo, resuelta a favor de éstos últimos mediante el Convenio de Delimitación de Zonas de 1985, generó una antipatía y rivalidad irreconciliable por la clara oposición ideológica y militante de ambas organizaciones.
Con la extinción de LyF en el 2009 y la llegada de personal de CFE, en su mayoría contratistas privados pero también trabajadores activos de la paraestatal agremiados del SUTERM, la percepción se convirtió en constatación y la simple rivalidad se convirtió en odio, al atestiguar la docilidad con la que dichos personajes usurparon las labores, las instalaciones y vehículos de LyF, por lo que nuevos adjetivos se agregaron a los ya mencionados: esquiroles y traidores de clase (clasificación a la que se sumaron ex compañeros liquidados que fueron contratados por CFE).
Las experiencias vividas entre octubre de 2009 y octubre de 2013 (cuando la Reforma Energética fue aprobada por el Congreso de la Unión), así como la ciega obediencia y el servilismo del SUTERM ante la sustitución jurídica de la paraestatal por “empresas productivas del Estado” (es decir, como varias S.A. pero de propiedad gubernamental) desde aquel año hasta el 2018, confirman sin lugar a dudas lo que percibimos, sabemos y conocemos de la CFE y el SUTERM: mientras que su traición al gremio electricista y su esquirolaje los cubrió de gloria y elogios del narco gobierno de Calderón, al grado de denominarlos “Empresa de Clase Mundial”, con la llegada de Peña Nieto se habló entonces de las carencias, deficiencias técnicas y la imposibilidad de mantener el Sistema Eléctrico Nacional sin la intervención de la iniciativa privada, que para entonces llevaba más de dos décadas presente en el sector. Y dejó de dar un servicio público para darle entrada al mercado eléctrico. Y el SUTERM se mantuvo en silencio. Ni siquiera los cambios a su CCT, entre ellos los relativos a la jubilación los hicieron levantar la voz.
En ese mismo periodo (2009-2018), a la lista de agraviados se sumaron los usuarios de energía eléctrica de la zona que atendía LyF. Del beneplácito alimentado por la campaña mediática financiada por el gobierno (con más de 200 millones de pesos) a la decepción por las falsas promesas de Calderón de mejorar el servicio, un número enorme de usuarios dejaron atrás el enojo resignado y pasaron de la huelga de pagos y las quejas en PROFECO, a la organización de comités y la resistencia contra los cortes de energía, dando lugar a la Asamblea Nacional de Usuarios de Energía Eléctrica (ANUEE) que desde su inicio ha denunciado los abusos, prepotencia y corrupción de la empresa y de sus empleados (sindicalizados y contratistas).
La alianza estratégica entre el SME y la ANUEE fue más allá del apoyo recíproco frente a los embates de la CFE para impulsar iniciativas de Ley como elevar a rango constitucional el Derecho Humano a la energía, lograr el borrón y cuenta nueva frente a los cobros ilegales de CFE y establecer una tarifa social justa.
La reacción de la CFE, amparada en la lógica neoliberal del peñanietismo fue escalando violentamente, al grado de utilizar la fuerza pública y un costoso aparato jurídico en contra de la población, justa y legalmente opuesta a los cobros y cortes. La respuesta de la ANUEE también se redimensionó, primero con un plantón en las oficinas de CFE en Reforma y posteriormente, poniendo cerco a la Secretaría de Energía hasta la llegada de Rocío Nahle, con la promesa de solución a las legítimas demandas de los usuarios.
Por nuestra parte, en el SME empujamos la lenta respuesta del gobierno a los acuerdos politicos para resolver el conflicto. La desidia y la abulia burocráticas del Estado para cumplir con la entrega de predios de LyF, pactada en el Memorando de Entendimiento, en los hechos plagada de errores, predios invadidos o francamente inhabitables, nos llevó a movilizarnos para presionar al gobierno en turno para la entrega de predios que, sub utilizados o de plano abandonados, serían mejor aprovechados para proyectos productivos de la organización.
Aunado a lo anterior, demandamos desde el 2016 la aplicación irrestricta del citado Convenio de Delimitación de Zonas. El fin de la administración de Peña Nieto colocó al conflicto del SME en un limbo trans sexenal al que, sin embargo, se le veía una alentadora solución, con el triunfo de un candidato progresista que en más de una ocasión se pronunció, incluso por escrito, por dar justa solución al despojo del 2009.
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Juan José Gómez Beristain es Pro Secretario de Trabajo del Sindicato Mexicano de Electricistas.

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