Verónica Alvarado: pensar el arte escénico desde la crisis y el encierro | parte II

 


[Entrevista]


Varias generaciones de estudiantes y colegas del medio académico deben a Verónica Alvarado el conocer acerca de artistas como Cimbaue. De la Escuela Boloñesa en Italia. De Apolo y Marcías de José de Ribera. El Judith y Holofernes de Artemisia Gentileschi; de Picasso, del Bolsoi, de Eduardo Kac, Jan Van Eyck, Miguel Ángel Buonarrotti o Marina Abramović. En Alvarado hay toda una capacidad crítica y analítica que comparte y dialoga, y está muy consciente de que el arte escénico contemporáneo es un lugar que en esta nueva realidad está desbordado, lleno de paradigmas en sus anclajes y posturas, en sus necesidades de transformación que la pandemia del COVID-19 ha dejado emerger con una claridad necesaria y urgente, cosa que trata en “La necesidad de una pausa: Ensayos sobre el estado actual de las Artes escénicas y la música en México”.



La apremiante cartografía


 

Alvarado explica que “tendríamos que hacer una cartografía de todos los nuevos espacios escénicos para entender que ya no estamos en la tradición y que muchos de esos espacios no están siguiendo los cánones, sino que se están transformando; son contemporáneos en ese sentido, son muy innovadores y esos son los conceptos que yo encuentro en mi ensayo: lo estético-político, los dispositivos y la espacialidad otra, además de la emancipación. Son varios conceptos que están montados unos con otros”, afirma Alvarado. 

En esta claridad resulta obvia la necesidad de hacer emerger un mapa para el teatro que se está generando fuera del canon. Y no son actos de desdén, sino libérrimas y legítimas apropiaciones del espacio para hacerlo teatro y que convocan la necesidad de emergencias y adaptaciones, de generar supervivencias, así como nuevas realidades para el arte teatral, que en este prisma resulta no ser ajeno a su hábitat social: puede darse a partir de una reacción política, como “en el movimiento de los colectivos en la sociedad, que alcanzamos a ver más políticamente, como protesta social. Lo podemos ver con lo que pasó con el movimiento donde alguien aventó diamantina. Esas acciones colectivas se vuelven escénicas y se vuelven teatrales; esa diamantina generó todo un movimiento en las redes sociales. Y tenemos otros movimientos, tenemos los de los padres de Ayotzinapa que se mueven de cierta manera, hacen una serie de acciones que se vuelven parte de la escena social”. Alvarado afirma que hay que abrir mucho nuestra percepción al respecto: “entenderlo así yo sé que nos cuesta trabajo porque estamos pensando todo el tiempo en el teatro formal. Cuando este tipo de exploraciones que hace la propia sociedad se vuelven escénicas; eso es estar hablando de las expresiones escénicas creadas en el ámbito social”.



Los rostros, los nombres



¿Quienes son los grupos que integran esta necesaria cartografía? Alvarado detecta algunos y los menciona: “yo estudio agrupaciones específicas. Una se llama Compañía Teatral Cempoa, que hace una serie de escenificaciones desde el barrio, desde la comunidad del barrio, u otra compañía que se llama Teatro Línea de Sombra; todos ellos lo que hacen es romper todas las cuestiones de vestuario, dramaturgia y demás y lo que hacen es analizar temas como la migración, como la desaparición forzada, como la violencia contra las mujeres en ámbitos muy específicos, y otro grupo que se llama lagartijas tiradas al sol. Todos ellos tienen que ver con aspectos mucho más sociales y políticos en México, pero lo que hacen es retomar un tema social, político, o un drama específico de la sociedad y hacer escena con ello. Hacer escena totalmente diferente a la tradicional.



Investigación e instituciones



Al parecer las instituciones no están lejos de meterse a reflexionar e involucrarse de manera más profunda al respecto. La pandemia así lo reveló, porque como Alvarado desde la UACM, hay investigadores desde la UNAM o el CITRU que están interesados en las nuevas manifestaciones escénicas: “en el ensayo del premio yo lo que digo es que las instituciones se han de poder transformar a partir de que existen investigadores que están cambiando las formas de pensar [las artes escénicas]”. Ejemplos sobran, de acuerdo con Alvarado: “sí hay quien tiene publicaciones, investigaciones que están trabajando este tema. Está Rodolfo Obregón, Rubén Ortiz, Didanwy Kent Trejo, que trabaja las cuestiones de la escena desde la intermedialidad, que es todo un tema sobre la imagen”. Debe tomarse en cuenta, de acuerdo con Alvarado, que “en los años 90’s las artes escénicas emergentes empiezan la ruptura y sigue habiendo paradigmas muy tradicionales que no se dejan tocar tanto a nivel formativo como de investigación del teatro, que de acuerdo con una visión tradicional debería de seguir ciertos cánones aún, estos aspectos formales de la tradición antigua y moderna, y entonces estos investigadores se ven en medio de algo complicado”. Por ello, la investigadora propone en su ensayo el tener que ir a hacer “un trabajo de alzamiento de lo que está sucediendo para poder analizarlo, porque ni siquiera se ha hecho una historia de lo que ha sucedido’ de los 90’s para acá, o una historiografía”.



Arte y pandemia



Ante la pregunta expresa de qué podemos esperar del arte después de la pandemia, Alvarado es enfática: “creo, y después de esto es clarísimo, que la pandemia lo que vino a hacer fue dejarlo en claro: en crisis están todas las instituciones artísticas, pero también todos los artistas, acentuado por la situación. Las que están en crisis más fuerte son las instituciones, porque los artistas van a seguir creando, tengan o no los medios económicos, tengan o no el apoyo de la sociedad diciéndole ‘lo que tú haces sirve o no sirve’, de todas formas, van seguir haciendo; el artista no va a dejar de hacer lo que está haciendo”. Esa actitud se explica en el genoma de las agrupaciones del teatro que necesita ser ubicado en la cartografía que propone Alvarado: “lo que estamos viendo, en las artes escénicas, es que ya la preocupación ya tiene que ver incluso con las cuestiones comunitarias, políticas, sociales en los temas de mayor urgencia: en la violencia, en la desaparición forzada, en la pobreza; ya hay un vínculo tal, que no pueden desaparecer esas artes escénicas contemporáneas porque están vinculadas con lo que nos está sucediendo como sociedad de manera expresa. Ya no queremos pensar a la mejor un arte contemporáneo como Warhol, o minimalista… Eso ni siquiera nos toca como sociedad. Como sociedad estamos viviendo otro tipo de arte contemporáneo que está rompiendo paradigmas hacia otros lados. No nos podemos comparar con la sociedad estadounidense porque somos otro mundo, ni con los Europeos. En Viena o en Austria están haciendo otro tipo de arte contemporáneo. Nuestro arte contemporáneo tiene que ver con lo que nos está sucediendo a nosotros y creo que en ese tenor hay que ver que independientemente si hay que apoyarlo o no, ellos están haciendo lo que tienen que hacer y va a salir a flote



El genoma de la Compañía Teatral Cempoa y el arte escénico en el COVID-19



Preguntarle a Verónica Alvarado si la pandemia, como experiencia general de la sociedad, podría alguna vez salirse del arte, revela una filosofía que necesita analizarse y que yace en los colectivos que estudia, que se apropian de las crisis y los desafíos socioculturales: “independientemente de la pandemia hace mucho que creo que el arte contemporáneo ha dejado de preocuparse por la calificación de si es bueno o es malo; sigue habiendo esas calificaciones o descalificaciones, pero por ejemplo en las agrupaciones de artes escénicas que yo he ido estudiando, no hay preocupación por ser validados o no; su trabajo habla por sí mismo y si creemos o no en lo que están haciendo es diferente. Por ejemplo, el grupo la Compañía Teatral Cempoa trabaja con la comunidad del barrio el tema de la discriminación y la violencia hacia la infancia. Está generando todo un tema interno que no le preocupa si los demás dicen ‘está bien o mal lo que están haciendo’ porque lo están generando en su comunidad y les está haciendo un bien a ellos. Entonces veamos como el arte contemporáneo o las artes escénicas contemporáneas están yendo mucho más allá de lo que uno creería que es el arte. Si pensamos todavía el arte con paradigmas tanto del arte antiguo como el arte moderno, pues estamos muy lejos de pensar lo que es el arte contemporáneo”. Ante esto, Alvarado reflexiona que “el arte contemporáneo sobrevivirá, creo que se está transformando durante la pandemia muchísimo, como todos, y como a todos nos está pasando en todos los ámbitos porque estamos en una crisis global, pero creo que también se está transformando y que ahí sí seguirá: de hecho, le han llamado a una de estas agrupaciones teatro pandémico. Le han llamado también poéticas del reencuentro en el sentido de cómo nos reencontramos en lo escénico así, desde una pantalla sin estar presentes, cuando en la escena parecía que lo más importante era la presencia el cuerpo y acá es mediante la pantalla. Es todo un reto para los artistas escénicos. Y no nos confundamos: en el ámbito de las artes visuales es otra cosa, siempre ha habido otra historia diferente entre las artes visuales y las artes escénicas, incluso desde las vanguardias del siglo XX porque sus derroteros han sido diferentes aunque se han transformado hacia lo moderno y lo contemporáneo, pero su camino ha sido complejamente diferente y hay que saberlo y decirlo, aún cuando estoy metida en la parte escénica del arte: danza, teatro, performance, que tiene que ver con las artes del cuerpo”.




Para saber más: 

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José Carlos Vilchis Fraustro


Es escritor y filólogo hispánico por la UAM Iztapalapa y por la FFyL de la UNAM. 
Es profesor investigador de la Universidad Autónoma de la Ciudad de México (UACM) y fundador del Grupo Interdisciplinario de Investigación en Humanidades de la UACM. 

Candidato a investigador por el SNI, hace investigación de oralidad, escritura y modelos narratológicos y culturales, además de literatura medieval.

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