CFE y SUTERM, navegando siempre con la corriente


PARTE II

[Por Juan José Gómez Beristain]

La llegada de Manuel Bartlett a la Dirección General de CFE pareció, en un primer momento, una clave más a nuestro favor para solucionar el conflicto. Al coincidir en la misma trinchera de frente a la Reforma Petrolera de Calderón en el 2008, en la que Martín Esparza fue el único Secretario General de un Sindicato del sector que habló contra la reforma calderonista, se fue construyendo una alianza estratégica en la que la relación con Bartlett se orientó a fines muy definidos: mientras que el SME apoyó el renacimiento de su carrera política, a pesar de estar marcada por su rancia trayectoria priísta, francamente cuestionable y generadora de una legítima desconfianza, su “nueva” cercanía a círculos políticos progresistas, podía ser de utilidad para alcanzar una solución de fondo a nuestra problemática. La sinergia resultante ayudó en cierta medida a romper el cerco mediático que se nos imponía al hacerse evidentes las mentiras del Decreto de Calderón y su verdadera intención de abrir totalmente el sector energético a manos privadas; Bartlett fue recibido –con entusiasmo- en nuestro recinto y en varias de nuestras actividades, y en más de una ocasión se deshizo en elogios hacia nuestra lucha, que tuvieron eco en los medios. Los videos que pueden localizarse en YouTube son testimonio de ello.
Sin embargo, la ofensiva lanzada en nuestra contra en los primeros días de su gestión como Director de CFE, contrastado con el beneplácito expresado por su nombramiento, despejó de inmediato cualquier duda o falsa expectativa. Utilizando el aparato de gobierno a su alcance e incluso extralimitándose en sus funciones lanza una andanada de demandas y denuncias penales contra el SME, sin dudar en descalificarnos e incluso desaparecernos declarativamente, al decir –en marzo de 2019- que el SME no es un Sindicato, sino una empresa privada. E imponiéndose con los modos gangsteriles y autoritarios que caracterizan su desempeño en funciones de gobierno de su época priísta, bloquea desde CFE y mediante la Secretaría de Energía, la firma del PPA (Power Purchase Agreement o Contrato de Compra de Energía) con Generadora Fénix, pactada con el Estado como parte de la solución al conflicto, y obstaculiza la puesta en marcha de Suministro Básico del Centro (SUBACE), proyecto productivo creado por el SME y la Cooperativa LF del Centro para la reinserción laboral de los compañeros de las áreas comercial, administrativa y operativa. El argumento oficial en este caso: la "suspensión temporal de la aplicación de la Ley".
Debe decirse que, si bien sorprendió este cambio radical en su actitud, tampoco es de extrañarse. Como se dijo líneas arriba, su trayectoria era de todos conocida y la relación con él, siendo política, de ninguna manera fue ingenua.
Su discurso nacionalista, con el que busca justificar el supuesto “fortalecimiento” de la CFE, simplemente no se sostiene si recordamos su papel en el período de auge neoliberal priísta de 1982 a 2006: fue Secretario de Gobernación con Miguel De la Madrid, organizó la elección (y la “caída del sistema”) en 1988 que le dio el triunfo a Carlos Salinas, de quien fue Secretario de Educación y después Gobernador de Puebla, para llegar en el ocaso de su etapa con el PRI, ser Senador en el Sexenio de Zedillo.
Hoy, al frente de la CFE, su discurso claramente desinformado sobre las energías limpias, además de los acuerdos con industriales del carbón -destacándose el senador morenista Armando Guadiana- no aportan en absoluto al supuesto “fortalecimiento” de la CFE, menos en el marco de los acuerdos internacionales para reducir la huella de carbón de la industria, sino al beneficio que supone para personajes como el ya mencionado Guadiana. Tampoco aporta el que, por una clara falta de planeación jurídica, la CFE pierda demandas en tribunales internacionales, resultado de la compleja construcción de la estructura legal armada en torno de la Reforma Energética y que al parecer el “enérgico” director y su cuerpo de asesores parecen desconocer.
Su nacionalismo energético apuesta abiertamente al control Estatal del sector aún por encima de la Ley, pero no a recobrar el servicio público como hace manifiesta su actitud hacia los usuarios, al dividir a la ANUEE con promesas de solución y ofertas políticas a un sector de dicha organización, con el objeto de generar enfrentamientos y eventualmente, una escisión. Tras utilizarlos, esa facción escindida hoy está por completo olvidada por la CFE y desmovilizada, mientras que la empresa ha relanzando la persecusión policíaca contra los usuarios que aún se resisten a los avances depredadores de la CFE, incluso agudizada en tiempos de pandemia. Ignorando las demandas ciudadanas de los que, bajo la Reforma Estructural que no se ve que quiera revertir a fondo, han dejado de ser usuarios para convertirse en clientes, "fortalece" a la empresa del Estado mediante escoltas militares (la Guardia Nacional) para los cortes de luz.
La formula de Bartlett termina por emular la de CFE en tiempos del priísmo: control gubernamental de la operación de la empresa y nula consideración a las necesidades de la población, cuyas comunidades ven explotados sus recursos para la generación y transmisión de la energía, quedando obligados a pagar altas tarifas por consumo de luz. Y en el proceso, anular cualquier competencia en el mercado eléctrico.
La consolidación de un nuevo monopolio eléctrico del Estado como objetivo del actual régimen, que se podría inferir por sus acciones, no tendría por qué ser malo, sería incluso plausible como respuesta a 30 años de saqueo neoliberal, encaminada a recuperar la soberanía energética. Pero la vía tomada por Bartlett genera más desconfianza que certidumbre pues implica el aniquilamiento de quien no acepte sus condiciones o no entre en sus planes, trátese de empresas transnacionales o de organizaciones sociales y populares, entre ellas el SME.
Sabemos bien que la supervivencia del SME, contra la que se ha declarado Bartlett –en los hechos y en los dichos- depende fundamentalmente de evitar a toda costa su disolución forzada, que tal y como marca el Estatuto Sindical en su artículo 136 -y nos consta tras 10 años de resistencia al decreto de extinción- puede venir de las propias autoridades, por ello, conjurar la disolución no es solamente una buena intención, es una obligación.
Y la posibilidad de reinsertar laboralmente en el sector eléctrico, a quienes decidieron quedarse en la resistencia también pasa, necesariamente, por mantener vigente el registro del Sindicato. Si no se nos permite crear proyectos para la reinsercion laboral en el marco legal actual, y el gobierno no nos restituye la fuente de empleo de la que fuimos despojados en el 2009, ¿cómo esperan que se resuelva el conflicto? ¿o acaso se trata justamente de eso, de no resolverlo?
El acuerdo de Asamblea General del 4 de febrero de 2013 para continuar con una negociación política, derivado del golpe dado por la Suprema Corte el 30 de enero, así como todos los acuerdos de Asamblea tomados desde entonces han tenido como finalidad última mantener el Registro Nacional de Industria del SME. Porque la falta de ese registro significa, simple y llanamente, la desaparición del Sindicato.
Y es bastante claro –aunque para algunos no lo parezca- que entre el 2013 y el fin del sexenio de Peña Nieto, la única manera de laborar en el sector eléctrico –incluso hoy en día- es mediante licitaciones con empresas privadas, la mayoría de ellas –entonces y hoy- extranjeras. Y para laborar en la CFE, no hay otra vía, incluso hoy, que afiliarse al SUTERM, Sindicato que ha sido caracterizado por la administración actual como “estratégico”, pese a que su dirigente actual, Víctor Fuentes del Villar, fue reconocido recientemente, por Felipe Calderón, como uno de los primeros en reconocerlo como Presidente, como amigo y aliado en el golpe al SME, para abrirle camino a una privatización que el propio SME con su lucha de resistencia, retrasó más de 3 años.
Quienes desde la disidencia del SME hoy se regodean y festejan las acciones paramilitares, las estrategias represivas y los ardides jurídicos que contra el Sindicato y la ANUEE ha lanzado Bartlett, dejan muy claro que su lealtad nunca estuvo con la organización sobre la que hoy reclaman derechos. Y sus señalamientos acerca de que los predios retomados con las armas por CFE no forman parte del memorando de entendimiento, revelan su total ignorancia del proceso de negociación que continúa hasta el dia de hoy.
Almazán, Benítez y sus seguidores se deleitan con el golpeteo que, según ellos, va dirigido al Secretario General y la Dirección del SME pero que, en los planes de Bartlett va más allá, porque el SME dentro de CFE no es una alternativa viable para el control estatal de las empresas “productivas” que dirige, ni siquiera con la promesa que sin el menor rubor estos personajes disidentes promueven en sus redes sociales y a todo aquel que quiera escucharlos –sobre todo si son funcionarios- de poner al Sindicato a disposición del gobierno actual, dejando de lado la Autonomía Sindical, a imagen y semejanza del SUTERM. Para ellos, Bartlett es hoy el aliado ideal que no merece la menor crítica, ni por su pasado, ni por su actuar presente. Y para la CFE dirigida por Bartlett y el SUTERM, la desaparición del SME es una aspiración de corto plazo para la cual la disidencia es sumamente útil.
Y es que la autonomía e independencia del SME ni siquiera es un tema trascente para la disidencia, el Sindicato es más bien un botín pues tienen la mira puesta en escaños, financiamientos y espacios políticos más afines a sus respectivos intereses, que además no son necesariamente los mismos ¿o alguien le cree a Benítez su súbita devoción por el Presidente?
La década de lucha del SME no ha sido en vano, pese a las descalificiaciones de liquidados y jubilados miserables –entonces- y de codiciosos y arribistas activos y jubilados -ahora- que niegan la historia de la resistencia y hoy, en todos sus bandos hablan de la “unidad de los 44 mil”. Incluso pese al esquirolaje del SUTERM y la actual avanzada juridica y armada de CFE.
Los logros de nuestra lucha sindical no solamente están a la vista de los agremiados, se convierten en modelo a seguir para otras organizaciones, tan es así que una vez fundada nuestra Cooperativa, el SUTERM comenzó a promover la creación de la suya, y la diversidad de proyectos en los que el SME se ha asociado y ha diseñado y construido, no solamente para la reinserción laboral, sino para generar recursos económicos, ya es facultad de los sindicatos plasmada en la Ley, a partir de la Reforma Laboral del año pasado. ¿Casualidad? En absoluto. En más de 100 años de historia, el SME ha sido pionero en innumerables campos, de lo estrictamente laboral a lo social, cultural y politico, por más que algunos sectores de la clase politica y el "establishment" se empeñen en querer ocultar o minimizar.
Quienes hoy aspiran a pasar a la historia como los que quitaron a Martín Esparza de la Dirección Sindical para entregar al Mexicano de Electricistas a la voluntad del Estado, se equivocan rotundamente. Quienes desde las instituciones y autoridades del Estado conspiran para lograr la disolucion SME también se equivocan.
La Resistencia sigue en pie después de más de 10 años, 2 presidentes neoliberales, 5 secretarios de Gobernación, 3 Legislaturas e innumerables traiciones de quienes se decían compañeros SMEítas y hoy ocupan su verdadero lugar en el conflicto, junto a Alejandro Muñoz, Rosendo Flores, Ramón Ramírez y demás escoria que se vendió a Calderón, o salió huyendo y hoy busca regresar, negando la historia de la resistencia electricista. Nuevamente se los decimos, No pasarán.
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Juan José Gómez Beristain es Pro Secretario de Trabajo 
del Sindicato Mexicano de Electricistas

Comentarios

  1. no olivides comentar de cuanto fue tu liquidacion y la de tu jefesito,
    tambien la de el swcretario de interior y el exterior, todo lo que hacen es para justificar que se convirtieron en empresarios!!

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